Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 18, 15-20
“15.«Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. 16.Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. 17.Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano. 18.«Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. 19.«Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. 20.Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»”
«Si tu hermano llega a pecar…» (Mt 18, 15).
Cuando nuestra alma está abierta a la acción de Dios, el Espíritu Santo infunde sus siete sagrados dones: sabiduría, entendimiento, consejo, ciencia, piedad, fortaleza y temor de Dios. Estos dones del Espíritu Santo son los que realmente hacen que una persona sea carismática, porque la conducen hacia la SANTIDAD, a vivir en la humildad, obediencia, mansedumbre, docilidad, etc.
San Juan en una de sus cartas nos dice que “Dios es amor” (1 Jn 4, 8b), y “Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve” (1Jn 4, 20).
En nuestras relaciones con los demás a veces podemos tener dificultades, Dios quiere que aprendamos a no juzgar, a perdonar y no guardar resentimientos, ni deseos de venganza. Lo que sí podemos hacer es “corregir al que yerra”, que es una de las siete Obras de Misericordia Espirituales.
Para corregir al hermano, debemos hacerlo desde el pensamiento de Dios, con recta intención y en la caridad, teniendo siempre el compromiso de trabajar en nuestra conversión personal. Solamente así nos convertiremos en canales de su misericordia.
En cierta ocasión que le preguntaron a Santa Teresa de Calcuta si no le daba coraje ver tantas injusticias en nuestro mundo y qué haría ella para cambiar todas estas situaciones. Ella humildemente respondió: “Empezaría por cambiarme a mi misma”. Esta respuesta es para cada uno de nosotros ya una exhortación para que nos centremos en nuestra propia conversión.
La Palabra de Dios nos indica cuáles son los pasos que debemos de seguir en la corrección fraterna al hermano:
1.- Hablar a solas con él, si nos escucha, lo habremos salvado, pero si no nos escucha,
2.- Hacernos acompañar de dos o tres personas, a manera de testigos, si aún no nos escucha,
3.- Se le dice a la comunidad, si tampoco a la comunidad escucha, entonces,
4.- Se retira a este hermano de la Comunidad.
Toda autoridad viene de Dios, por eso, como dice el dicho “quien obedece no se equivoca”. Decía San Francisco de Asís que no se debe de obedecer algo que vaya en contra de la caridad. Apeguémonos al Evangelio de nuestro Señor Jesucristo y al Magisterio de la Iglesia.
Hno. Francisco María de la O
Oasis de Adoración
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