¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!
(Lc 1, 45).
Al recibir la Virgen María el saludo del ángel Gabriel “se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo” (Lc 1, 29), pero una vez que comprende lo que desea de Ella, se abandona por completo a Dios: “he aquí la sierva del Señor, hágase en mi según tu palabra”(Lc 1, 38), sin embargo, su caminar fue de fe, porque no sabía cómo iba a ser su vida.
Nuestra Madre se encaminó presurosa a casa de su prima Isabel, porque siempre estaba deseosa de hacer la Voluntad de Dios. No fue a casa de Isabel para decirle que Ella había sido la elegida, sino para ponerse a su servicio durante tres meses. Es recibida por su prima Isabel quién la reconoce como la “Madre del Salvador”, porque el niño saltó en su vientre en cuanto oyó su saludo y la felicita por haber creído.
Aprendamos como María a vaciarnos de nosotros mismos y hacernos pequeñitos. Muchas veces creemos saberlo todo. Es momento de hacer a un lado lo que “creemos saber”, para abrirnos a la acción de Dios, a lo que Él nos quiere enseñar.
María proclama ante su prima Isabel todo lo que Dios ha realizado en Ella en el “Magníficat” (Lc 1, 46-79). Lo más grande que Dios ha hecho en María, es que Él es en Ella. Dejémonos enseñar por nuestra Madre, que como nadie tiene los mismos sentimientos de Cristo (Flp 2, 1-11) y oremos por nuestros hermanos cristianos, para que experimenten el gozo de tenerla como Madre.
Que en esta Navidad Jesús nazca en nuestro corazón y lo abracemos en los seres queridos, abriéndonos al perdón y al amor. Jesús sabe muy bien lo que estamos viviendo: problemas, enfermedades, etc. Confiando en Él, es cómo puede transformar cualquier situación por difícil que sea.
Un gran ejemplo que Jesús quiere mostrarnos es a través de lo que vivió Santa Faustina Kowalska. Ella se sentía profundamente agobiada, experimentaba una gran responsabilidad por dar a conocer lo que Jesús le había revelado en relación a la Divina Misericordia. Puede ser que nosotros también, ante los retos y dificultades que vivimos estemos preocupados, sin embrago, a pesar de lo que estamos pasando, hagamos nuestro el mensaje que Jesús le dio a esta santa:
“¿Por que te confundes y te agitas ante los problemas de la vida?
Déjame el cuidado de todas tus cosas y todo te irá mejor. Cuando te abandones en mí todo se resolverá con tranquilidad según mis designios. No te desesperes, no me dirijas una oración agitada, como si quisieras exigirme el cumplimiento de tus deseos. Cierra tus ojos del alma y dime con calma: "Jesús yo en ti confío".
Evita las preocupaciones y angustias y los pensamientos sobre lo que pueda suceder después. No estropees mis planes, queriéndome imponer tus ideas. Déjame ser Dios y actuar con libertad. Abandónate confiadamente en mí. Reposa en mí y deja en mis manos tu futuro.
Dime frecuentemente: "Jesús, yo confío en ti". Lo que más daño te hace es tu razonamiento y tus propias ideas y querer resolver las cosas a tu manera. Cuado me dices: Jesús, yo confío en ti, no seas como el paciente que le pide al médico que lo cure, pero le sugiere el modo de hacerlo. Déjate llevar en mis brazos divinos, no tengas miedo, YO TE AMO. Si crees que las cosas empeoran o se complican a pesar de tu oración, sigue confiando. Cierra los ojos del alma y confía.
Continúa diciéndome a toda hora: "Jesús yo confío en ti". Necesito las manos libres para poder obrar. No me ates con tus preocupaciones inútiles. Las fuerzas de la oscuridad quieren eso: agitarte, angustiarte, quitarte la paz. Confía solo en Mí, abandónate en Mí. Así que no te preocupes, echa en Mí todas tus angustias y duerme tranquilamente. Dime siempre: Jesús yo confío en Ti y verás grandes milagros. Te lo prometo por Mi AMOR.”
La Virgen María es el máximo ejemplo de la confianza en Dios, que Jesús desea que cada uno de nosotros tengamos. Ella fue interpretando su vida poco a poco, conforme fue caminando, hasta el Calvario. Su primera gran prueba, de muchas, fue la de quedar embarazada por obra del Espíritu Santo y que San José no lo supiera y decidiera repudiarla en secreto (cfr. Mt 1, 19).
San José acepta esta prueba que también para él fue durísima, hasta que el ángel en sueños le revela el designio de Dios (cfr. Mt 1, 20), entonces a partir de este momento, se entrega sin reservas a la misión. Mucho tenemos que aprender también de San José, quién es Patrón de la Iglesia Universal.
Las cosas nunca fueron nada fáciles para nuestra Madre, que se vio rodeada desde el principio de grandes dificultades. Estaba escrito que Jesús tendría que nacer en Belén: “Mas tú, Belén Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquel que ha de dominar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de antaño.” (Mi 5, 1), tuvo que ir con San José a empadronarse a Belén cuando estaba por dar a luz: “Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo.” (Lc 2, 1). “Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta” (Lc 2, 4-5).
Estando en Belén, José y María no encuentran lugar para quedarse y Jesús nace en un pesebre:
“Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.” (Lc 2, 6-7). A penas nace Jesús, y es perseguido por el rey Herodes para matarlo:
“(…)El Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle»” (Mt 2, 13).
Reflexionemos un poco en cada uno de los problemas por los que tuvo que pasar la Sagrada Familia. Comparemos nuestros problemas con los suyos, ¿podríamos decir que son mayores?Aprendamos como ellos a poner toda nuestra confianza en Dios y a caminar en fe, porque todo lo que vivimos, por más difícil que sea, nos ayudará a crecer espiritualmente (cfr. Rm 8, 28).
Oasis de Adoración
Los invitamos al Oasis de Adoración todos los domingos de 10:00am. a 1:00pm. en Buenos Aires 2901, Colonia Providencia, Guadalajara, Jalisco.