25/7/20

Enseñanza del Oasis de Adoración 25-07-20

                   

 Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 13, 44-52.

“44.«El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.» 45.«También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, 46.y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra. 47.«También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; 48.y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. 49.Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos 50.y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. 51.«¿Habéis entendido todo esto?» Dícenle: «Sí.» 52.Y él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo”.


     Abramos el corazón para escuchar qué nos quiere decir hoy Jesús. Entre más nos enamoremos de Él, más fácil será para cada uno de nosotros discernir su voluntad, de manera especial, cuando desea pedirnos algo nuevo.


      Uno de los principales obstáculos para escuchar al Señor, son nuestros esquemas y paradigmas mentales, que es necesario romper para poder estar abiertos a la acción del Espíritu Santo. Por ejemplo, cuando estamos aferrados a nuestros deseos, a la propia voluntad, sin cuestionarnos si realmente es lo que Dios quiere para nuestra vida.


     En cambio, cuando se tiene una relación íntima con Jesús Eucaristía, no se quiere otra cosa que no sean sus deseos. Esto es lo que anhela nuestra Madre, la Virgen María, que en cada corazón se establezca de forma DEFINITIVA el Reinado del Sagrado Corazón de su amado Hijo Jesús y el Triunfo de su Inmaculado Corazón.


   «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.» (Mt 13, 44).  Vender todo lo que se tiene significa “sacrificarse”,  es decir hacer todo por conseguir el tesoro escondido que es Dios y estar dispuestos para escucharle y responderle.

     

     Así era para nuestra Madre la Virgen María, Jesús era el Reino, por quien lo dio todo, sacrificándose siempre  desde el principio hasta el final de su vida en la tierra. Embarazada visita a su prima Isabel y se queda con ella tres meses para ayudarla (cfr. Lc 1, 39.56).  Casi a punto del alumbramiento va con José a Belén para empadronarse: “Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta" (Lc 2, 4-5). Dispuesta siempre para aceptar la voluntad de Dios cuando con José tiene que huir a Egipto: “Después que ellos se retiraron, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.» El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto”, hasta el pie de la Cruz: “junto a la cruz de Jesús estaban su madre” (Jn 19, 25a).


    “Vender cuanto se tiene” significa también renunciar. Renunciar aun a las cosas legítimas, a los propios gustos. Es seguir adelante, ser capaces de asumir nuevas responsabilidades, a pesar de los cansancios, todo por amor a Jesús, por la instauración de su Reinado. Es “dar hasta que duela” como decía Santa Teresa de Calcuta.


    Si todavía no somos capaces de renunciar a todo por amor a Dios, es indicador de que aún Jesús nos es el Reino para nosotros, nos está faltando vivir en plenitud el primer mandamiento de la Ley de Dios: “amarás a Dios sobre todas las cosas”.


    ¿Qué significa dejar todo por conseguir la “Perla preciosa”?  Hacer todo solamente para agradar a Dios, optando por la verdad, no pretendiendo quedar bien con los demás. Se trata de responderle a Jesús, hasta las últimas consecuencias, siguiendo el camino de la Cruz. 


     Buscar conseguir el tesoro o la “Perla Preciosa” es arriesgarse a darlo todo, sin medir nuestra entrega, como la viuda pobre del Evangelio, a quien Jesús elogia como una enseñanza para  sus discípulos porque dio las dos únicas moneditas  que tenía para vivir, a diferencia de los demás, que daban de lo que les sobraba (cfr. Mc. 12, 41-44). Por el Reino se trata de “darse uno mismo”.


    En la Iglesia, como en  “Familia Misionera en Alianza de la Cruz” (FMAC), no importa que nos llegáramos a quedar pocos, con tal de que estemos dispuestos a vivir de manera radical el Evangelio, hasta las últimas consecuencias, es decir, hasta entregar la propia vida, si fuera necesario. Jesús abrazó con amor la voluntad de su Padre (cfr. Jn 4, 34) hasta el extremo de entregarse a Sí mismo por nuestra salvación, a pesar de quedarse solo, de ser traicionado por Judas (cfr.Mt 26, 14-16), negado por Pedro (cfr. Mt 26, 69-75) y abandonado por todos sus discípulos (cfr. Mc 14, 50), menos por Juan (cfr. Jn 19, 25-27).

     

     Para conseguir la “Perla Preciosa”, es necesario renunciar a todo. Lo más difícil es renunciar a uno mismo, para tener a Jesús. No permitamos que la mediocridad nos estanque, entremos por la puerta estrecha, estemos dispuestos a que nuestro espíritu sea quebrantado.


     La voluntad de Dios es que demos nuestra vida por la instauración DEFINITIVA del  Reinado del Sagrado Corazón de Jesús y el Triunfo del Inmaculado Corazón de la Virgen María, que nos enamoremos de Cristo como San Pablo, San Pedro, San Juan, Santa María Magdalena y todos los demás santos.

   

Hno. Francisco María de la O


Oasis de Adoración

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Todos los sábados de 10:00am a 12:00pm(en el salón superior, al fondo después del cancel de los sanitarios) y terminamos con la misa de 12:30pm en el templo grande.

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18/7/20

Enseñanza del Oasis de Adoración 18-07-20

 

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 13, 24-43

“24.Otra parábola les propuso, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. 25.Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. 26.Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. 27.Los siervos del amo se acercaron a decirle: "Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?" 28.El les contestó: "Algún enemigo ha hecho esto." Dícenle los siervos: "¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?" 29.Díceles: "No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. 30.Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero."» 31.Otra parábola les propuso: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. 32.Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas.» 33.Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo.» 34.Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas, 35.para que se cumpliese el oráculo del profeta: Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo. 36.Entonces despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo.» 37.El respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; 38.el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; 39.el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. 40.De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. 41.El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, 42.y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. 43.Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga” (Mt 13, 24-43).


     Carísimos hermanos, aunque en estos meses por la pandemia hemos estado aislados, sin embargo, no lo hemos estado de Dios, nuestro Señor, y esto es lo más importante. Hoy hemos regresado a nuestros Oasis llenos de alegría porque nuestra Madre, la Virgen María nos ha abierto las puertas en esta Parroquia de  "La Madre de Dios".


         En “Familia Misionera en Alianza de la Cruz” (FMAC), todos los miembros realizamos una Consagración y Esclavitud al Reinado del Sagrado Corazón de Jesús y al Triunfo del Inmaculado Corazón de María.  Para nosotros,  el sentido profundo de esta Consagración y Esclavitud es llevarnos a vivir en plenitud el Reinado del Sagrado Corazón de Jesús y el Triunfo del Inmaculado Corazón de María, en todas las áreas de nuestra vida, en los pensamientos, palabras y acciones.


     La Consagración y Esclavitud es un compromiso para vivir  nuestra conversión hacia la SANTIDAD, siendo cada vez más entregados y dóciles. Nuestra Madre nos ha escogido dentro de la humanidad, de la Iglesia y dentro de nuestra Arquidiócesis de Guadalajara para esta misión.


      Dios quiere que seamos esa buena semilla que dé frutos para su Reino. Pongamos especial empeño en cuidarnos del mundo, que está gobernado por el maligno y que pretende en todo momento seducirnos para apartarnos del Señor, sin embargo, con su ayuda  saldremos victoriosos. Gracias a las tentaciones permitidas para nuestro bien, somos más conscientes de nuestra fragilidad y de la necesidad que tenemos de Dios.


      Nuestro compromiso en FMAC no es solo en la participación en el Oasis de Adoración, -que es la base de nuestra misión-, en los Viernes de Misericordia (en los cuales visitamos diferentes instituciones como asilos, albergues, etc., para dar un apoyo a nuestros hermanos necesitados), o en el trabajo dentro del Hogar de María Madre llena de Gracia y Misericordia, sino principalmente en los ambientes en los que nos desenvolvemos: en la familia, nuestras amistades, el trabajo o el estudio. En todos estos lugares es en dónde tenemos que dejar el SELLO del Reinado del Sagrado Corazón de Jesús y del Triunfo del Inmaculado Corazón de María.


      Nuestra Madre precisa, y nos apremia a llevar una vida de SANTIDAD, nos damos cuenta de esta gran necesidad simplemente al ver cómo se encuentra hoy el mundo. La Virgen desea de nuestra parte el sacrificio y la renuncia, incluso en aquello que es bueno, como los gustos personales, para que nuestra  vida sea sencilla y sobria.


      Quedémonos con todo aquello que trasciende para la ETERNIDAD  “pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?” (Mc 8, 36). Recordemos la parábola del hombre rico que deseaba construir  graneros más grandes para acumular su cosecha, de manera que ya no tuviera que preocuparse de nada más que de disfrutar de sus bienes, sin embargo,  Dios lo sorprende y le dice que esa misma noche va a morir (cfr. Lc 12, 31-21) o también la primera lectura del día de ayer del profeta Isaías, que le anuncia al rey Ezequías que arregle todos sus asuntos porque pronto va a morir (cfr. Isaías 38, 1-6.21-22.7-8). ¿Cómo quiere Dios que vivamos? Cómo las vírgenes prudentes de la parábola de las diez vírgenes del Evangelio (cfr. Mt 25, 1-13), que estaban vigilantes con sus lámparas encendidas en espera de la llegada del  esposo. Para nosotros que formamos parte de FMAC nuestro compromiso  debe de ser más fuerte, de mayor entrega y servicio a los demás.


     En 1968, Joseph Ratzinger,-actual Papa Emérito Benedicto XVI-, en varias lecciones radiofónicas cuyo título fue: “¿bajo que aspecto se presentará la Iglesia en el año 2000?”, dijo que la Iglesia se volvería pequeña, con menos seguidores, poco influyente en las decisiones políticas, socialmente irrelevante, obligada a “volver a empezar desde sus orígenes”, pero también una Iglesia que a través de esta fuerte sacudida, se encontrará a sí misma y renacerá “simplificada y más espiritual”.


     Analicemos cada uno cómo está nuestro compromiso para con Dios, los tiempos son muy urgentes y necesitamos ser verdaderos testigos del Evangelio, dispuestos a ofrendar nuestra propia vida por amor a Jesús.

Hno. Francisco María de la O


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