2/2/20

Enseñanza del Oasis de Adoración 02-02-20




“Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón”
(Lc 2, 51).



     Cuando José y María llevaron al Niño Jesús al templo para ser presentado, el profeta Simeón les anuncia que será causa de contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de los hombres y que una espada de dolor traspasará el corazón de la Virgen María (cfr. Lc 2, 34-35).

     Jesús es objeto de contradicción, porque es la LUZ que ilumina a todo hombre (cfr. Jn 8,12), sin embargo, “vino a su casa, y los suyos no la recibieron” (Jn 1, 11). Y la LUZ que es Cristo nos ha sido dada por María, que se unió estrechamente a la obra salvadora de su Hijo, por esta razón Ella sufrió y sufre por nosotros junto con Jesús.

     Cristo, LUZ del mundo descubre a cada hombre su pecado para sanarlo y liberarlo, porque Él vino para los enfermos, ya sea del cuerpo o del alma -que en este caso lo somos todos- (cfr. 9, 12). Jesús vino para darle luz a nuestra oscuridad.

     Toda gracia que Dios desea darnos siempre pasa primero por las manos de María. Por haberse asociado con su Hijo a la obra de la redención es “corredentora”. Esta espada de dolor que atravesó su corazón, hace que queden al descubierto nuestros pecados.

     Así como los papás son cocreadores con Dios al traer al mundo una nueva vida, así la Virgen María es “corredentora” en la obra de la salvación junto con su Hijo Jesús. Muchos hoy están pidiendo al Papa que nombren a nuestra Madre “corredentora”, por haber estado subordinada a la misión de Jesús y porque Ella es Inmaculada (sin pecado original). El ángel la llamó “llena de Gracia” (cfr. Lc 1, 28), Dios se encarnó en su bendito vientre (cfr. Lc 1, 38) y su corazón fue traspasado de dolor principalmente en la Pasión y Muerte de nuestro Señor (cfr. Jn 19, 25).

     Nunca seremos capaces de comprender y abarcar con nuestra inteligencia el gran misterio de la redención que misa tras misa celebramos. Es el misterio del amor. Por más que intentáramos estudiar este gran misterio, nunca lograríamos abarcar su inmensidad. La mejor manera de vivir este misterio es dejándonos amar por Dios, y que este amor que hemos experimentado nos lleve a amar a nuestros hermanos.

     Cuando nos agobien las debilidades: la envidia, el celo, la avaricia, el rencor, etc., consecuencia del pecado original, es momento de recordar la importancia de trabajar en nuestra conversión; aunque seamos dirigentes en algún apostolado, o evangelizadores, no podemos decir que ya estamos del otro lado, porque la conversión es un proceso de toda la vida. Esto no significa que dejemos de reconocer lo que Dios va haciendo en nuestra persona, y estemos por ello profundamente agradecidos, permaneciendo siempre con nuestra mirada fija en Él, autor de todo bien que recibimos.

     Contemplemos a María, “Sagrario Viviente”, “Arca de la Alianza”, la primera evangelizadora. Aprendamos de su humildad, cuando visita a su prima Isabel, guarda silencio y permite que ella hable primero: “y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?” (Lc 1, 42-43). Después la Virgen María, nuestra Madre exulta de júbilo en el Señor, y reconociendo que todo le viene de parte de Dios proclama el “Magníficat” (texto bíblico que hace alusión a diferentes partes del Antiguo Testamento).

     La Virgen María es pura como el cristal, que deja pasar la luz. Pura antes, en y después del parto, sin embargo, se sometió en todo a la ley judía presentándose en el templo para la purificación, como lo hizo su Hijo Jesús: “al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley” (Gál 4, 4-5).

     Nuestra Madre anhela de cada uno de sus hijos la santidad, No podemos decir que amamos a María si no nos comportamos como Ella, no solo cuando los demás nos miran, sino en lo secreto, donde sólo Dios nos ve. En esto consiste el ser “íntegro”.

     La cantidad de actos de piedad dedicados a la Virgen María no necesariamente nos hacen mejores, sino el esforzarnos por imitar las virtudes de nuestra Madre (que las posee todas en grado sumo). Nuestra Señora para FMAC (Familia Misionera en Alianza de la Cruz) nos ha pedido de manera especial vivir 5 virtudes de su Corazón Inmaculado: humildad, pureza, docilidad, obediencia y fidelidad.

     Practicar estas virtudes supone todo un proceso y trabajo disciplinado de todos los días. Preguntémonos: ¿Cómo vamos en este aspecto? Si abriéramos nuestro corazón para dejarnos transformar, Dios podría hacer maravillas. No subestimemos la misericordia de Dios, por el contrario, imitemos a nuestra Madre que siempre cooperó con la Gracia.

     Por la salvación que Cristo nos ofrece “ hemos quedado emancipados de la ley, muertos a aquello que nos tenía aprisionados, de modo que sirvamos con un espíritu nuevo y no con la letra vieja.” (Rm 7, 6). Jesús es el camino, la verdad y la vida (cfr. Jn 14, 6). Frente a Dios no podemos engañarnos, por el contrario, si de todo corazón lo buscamos, conoceremos la verdad y la verdad nos hará libres (cfr. Jn 8, 31).

     Hoy de manera especial, a los jóvenes quiero invitarlos a vivir la pureza en todas sus acciones, y no porque esto no sea importante también para nosotros los adultos, sin embargo, en la etapa de la juventud, actualmente, por el bombardeo de los medios de comunicación y las costumbres que se viven, les es más difícil llevar una vida de santidad. Esfuércense por tener una disciplina de vida.

     Cuando asistimos a nuestros Oasis de Adoración todos los domingos, debemos de recordar que no solo en estos momentos es cuando debemos de orar, porque sería muy poco para lo que representa toda la semana. De hacerlo solamente así, nuestra conversión se tornaría en un largo proceso. Empecemos a cambiar en nuestra vida desde las cosas más pequeñas y elementales de cada día. Si queremos ser santos, levantémonos temprano, ordenemos nuestra habitación, vayamos dominando poco a poco la soberbia, el enojo, etc.

     Es muy fácil escudarnos y justificarnos para no seguir el camino de la voluntad de Dios. Podemos preguntarnos: ¿Qué supone vivir en plenitud el Evangelio? No se trata de que seamos evangelizadores o predicadores, -que en sí es una tarea muy importante-, sino que demos testimonio con nuestro ejemplo. Jesús quiere que su Palabra se haga vida en cada uno de nosotros.

     Hoy el mundo anda muy mal, y cada uno somos parte de este mundo. Es muy común que queramos especular sobre lo que vendrá en los últimos tiempos, sin embargo, esto no nos aporta ningún beneficio. Lo que si nos transforma es escudriñar atentamente lo que Dios nos dice en su Palabra para ir aprendiendo poco a poco a meditarla y guardarla en el corazón a ejemplo de nuestra Madre, la Virgen María que “conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón” (Lc 2, 51).

Hno. Francisco María de la O


Oasis de Adoración

Los invitamos al Oasis de Adoración todos los domingos de 10:00am. a 1:00pm. en Buenos Aires 2901, Colonia Providencia, Guadalajara, Jalisco.








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