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Enseñanza del Oasis de Adoración 05-01-20






"1. En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. 2. Ella estaba en el principio con Dios. 3. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. 4. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, 5. y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. 6. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. 7. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. 8. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. 9. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. 10. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. 11. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. 12. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; 13. la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. 14. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad"
(Jn 1, 1-14)

     Cuando alabamos a Dios, recibimos liberación y sanación. Para poder comprender lo que hoy quiere decirnos el Señor en su Palabra, pidamos al Espíritu Santo para que quite en nosotros todo lo que no es de Él, y así nuestro pensamiento se una con el Suyo.

     San Juan de manera muy bella y poética, en la introducción a su Evangelio, nos muestra la verdad más sublime: que “la Palabra se hizo carne”(Jn 1, 14). La Palabra que es Jesús, “vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre” (Jn 1, 11-12). Jesús quiso hacerse uno de nosotros, entró en nuestra historia, en la familia de Nazareth (cfr. Mt 2, 23), para recorrer nuestra vida, desde el momento del nacimiento (cfr. Mt 1, 18-1) hasta su muerte en el Calvario (cfr. Mc 15, 33-41).

     Cristo es el esperado por los siglos, a quien los ángeles han cantadado: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.» (Lc 2, 14), los pastores han corrido a toda prisa para conocerle (cfr. Lc 1, 16) llenándolo de pequeños detalles en los que le mostraron su amor y los reyes de oriente le han ofrecido su adoración junto con oro, incienso y mirra (cfr. Mt 2, 11).

     La Luz de Jesús nos hace ver todo en su justo valor, al entregarse por completo a cada ser humano, en este pequeñito Niño. Contemplemos este misterio de amor y preguntémonos: ¿qué vamos a hacer en Familia Misionera en Alianza de la Cruz (FMAC) en este año? Cuando uno se sabe profundamente libre de sí mismo ¿creen que nos podemos anclar en otra cosa que no sea Dios? San Pablo nos dice que: “el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo (2 Co 5, 17). Esto no quiere decir que se anule nuestra naturaleza humana, sino que ya no debemos anclarnos en ella, es decir, en las pasiones: enojo, tristeza, rencor, etc.

     A esta libertad apunta el Evangelio, es la Luz de Cristo que quiere que acojamos. Cuando nos anclamos en cualquier pasión, estamos prefiriendo las tinieblas a la luz. Cuando nos miramos a nosotros mismos, estamos prefiriendo las tinieblas a la luz, cuando recurrimos a la uija, el yoga, el reiki, etc.. pretendiendo buscar luz, es cuando nos equivocamos y vamos hacia la oscuridad.

     Por la gracia del bautismo y la confirmación hemos recibido la plenitud del Espíritu Santo, tenemos la Luz de Cristo. Pero si nos anclamos en nuestras pasiones, ¿cómo puede esta luz brillar en nuestra vida? Cada vez que nos dejamos vencer por las contrariedades, crisis, problemas, etc, vamos caminando hacia la oscuridad. En cambio, cuando recibimos su gracia y le decimos que SI a Dios, nos liberamos y estamos en la luz.

     Las quejas, reclamos, mal humor, en conclusión, cualquier actitud que no viene de Dios, nos ancla en la oscuridad. Aprendamos a contemplar a la Sagrada Familia, nunca se quejaron ni reclamaron a Dios en sus problemas y dificultades. En el momento en que Jesús estaba clavado en la Cruz, la Virgen no reclamó, no le pidió a su Hijo que hiciera un milagro para que no muriera y así Ella no se quedara sola. 

     Cuando experimentamos nuestras debilidades, y caemos en ellas, esto nos debe ayudar a darnos cuenta en dónde estamos parados, es una oportunidad para reconocer nuestras faltas con humildad y volver a Dios. Por naturaleza humana siempre estamos buscando el ser bien vistos por los demás, que nos reconozcan, pero cuando conocemos a Jesús, lo que deseamos es que Él sea reconocido.

     Estamos acostumbrados a vivir la Navidad de tradiciones, y esto en sí no es malo, siempre y cuando nos conduzca al verdadero sentido que tiene: preparar el corazón para recibir a Jesús nuestro Salvador. Todo el bien que hay en nosotros es Gracia de Dios. Todo lo que es contrario al bien, cualquier pasión desordenada, como cuando aparece en nuestro corazón un actuar caprichoso, debemos de hacerlo a un lado, porque no viene de Dios, sino de nuestra propia naturaleza.

     Aceptemos con amor y alegría todo lo que Dios disponga para nosotros en este Nuevo Año, pase lo que pase, o suceda lo que suceda en Familia Misionera en Alianza de la Cruz (FMAC) y en nuestras vidas en particular, seamos hombres y mujeres de fe: “Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura” (Mt 6, 33). Dios nos invita a una confianza absoluta en Él.

     La Madre Teresa de Calcuta decía: “que mi luz sea Tu Luz y en mi luz te vean a Ti brillar”. Acojamos con un corazón abierto y dispuesto esta Luz que Cristo nos ha traído con su venida y seamos luz para iluminar a este mundo que hoy tanto lo necesita.

Hno. Francisco María de la O


Oasis de Adoración
Los invitamos al Oasis de Adoración todos los domingos de 10:00am. a 1:00pm. en Buenos Aires 2901, Colonia Providencia, Guadalajara, Jalisco.





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