28/10/18

Enseñanza del Oasis de Adoración 28-10-18










«¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!» (Mc 10, 48)

Señor Jesús danos el don de entendimiento y ciencia para comprender el mensaje que quieres transmitirnos el día de hoy a través de tu Palabra, para que todos estemos en la misma sintonía: revélanos tus pensamientos, sentimientos y forma de actuar.

El ciego Bartimeo empezó a caminar porque tuvo fe en Jesús. La fe no es sentimentalismo, sino el tener conciencia de quién es Jesús en toda su persona, creer en Él y creerle a Él. Estamos ciegos espiritualmente hablando cuando nuestro interior se llena de trabas por dejar de mirar a Jesús y mirarnos demasiado a nosotros mismos. Un gran remedio para liberarnos de todas estas trabas es la alabanza pues nos lleva a contemplar y bendecir a quien es el autor de la vida.

Bartimeo grita y a pesar de que los demás querían callarlo, grita todavía más fuerte: “Jesús hijo de David ten compasión de mí”(Mc 10, 48) . No le pidió a Jesús que le diera algún don extraordinario, le pide que se apiade de él con compasión y le permita ver. En el caminar hacia Dios, podemos caer en el grave error de creer que ya no necesitamos tanto de Él.

Jesús por la fe de Bartimeo se dispone a ayudarlo y le pregunta: “qué necesitas que haga por ti”(Mc 10, 51). El Señor para poder actuar en nuestra vida requiere de nuestra humildad.
Lo primero que Jesús predica después de regresar del desierto es: “«El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.»” (Mc 1, 15). No juzguemos cómo está el mundo, somos peores que los que están lejos de Dios cuando tomamos esta actitud, porque somos responsables de que el mundo esté así.

Hagamos todas las cosas por gratitud a Jesús que se entregó por nosotros. ¿Qué desea la Virgen María nuestra Madre? Lo que respondió Santa Teresa de Calcuta cuando le comentaron: “Se da cuenta de cómo está la Iglesia y el mundo, ¿qué haría usted?” La Madre Teresa respondió: “empezaría por cambiarme a mi misma”.

El que tengamos dones o carismas no hará que la humanidad cambie, sino cuando en nuestro corazón Jesús y la Virgen encuentren la disposición para entregarnos sin reserva. Jesús no vino al mundo con el fin de hacer milagros, así vemos como Él se escondía cuando lo querían proclamar rey por los milagros que realizaba (Cfr. Jn 6, 15). Los mismos que lo querían proclamar rey fueron después los que gritaron: “¡crucifícalo!” (Cfr. Jn 19, 15) Entre sus mismos apóstoles unos lo traicionaron, otro no le creyó y todos lo abandonaron.

El egoísmo y cualquier tipo de pecado nos ciegan, y aunque seguiremos siendo pecadores, aprendamos a dominarnos, no subestimemos el amor y la misericordia de Dios. Cada uno debemos de identificar en dónde está nuestra lucha, revisemos cuidadosamente cómo está nuestro corazón.

En una ocasión que Jesús iba con sus discípulos mar adentro, les sobrevino una gran tempestad (Cfr. Mc 4, 34-41). Antiguamente se creía que en mar adentro, donde son muy comunes las tempestades, había demonios. En este pasaje del Evangelio, Jesús se duerme mientras que la barca casi se hunde en medio de la tempestad. Así parece sucedernos a nosotros dentro de todo tipo de pruebas. Con qué facilidad creemos que podemos declarar que todo estará bien, que se terminará una enfermedad o dificultad, cuando Él único que puede arreglar los problemas y saber lo que nos conviene es Jesús. Los discípulos sintieron miedo a pesar de que iban en la barca con Jesús, pues se preguntaban que quién era El que hasta el mar y el viento le obedecen. Cuando experimentamos el miedo en las pruebas, es porque todavía no conocemos al Señor. El Reinado del Sagrado Corazón de Jesús y el Triunfo del Inmaculado Corazón de María llegarán. No somos necesarios, pero no estamos tampoco de más. Lo que Jesús y la Virgen María nuestra Madre necesitan de nosotros es humildad, obediencia, docilidad, paciencia, para que llegue su Reino. Se nos olvida a menudo que la viña es de Dios y no nuestra (Cfr. Mt 9, 38).

Si los atletas se preparan con una gran disciplina para conseguir una corona perecedera, con cuánta mayor razón nosotros deberíamos tener una disciplina en nuestra vida espiritual (1 Co 9, 25) y que nuestra única meta sea Cristo: “Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo” (Flp 3, 8). Si Cristo es todo para nosotros, ¿por qué nuestra fe es tan vacilante y andamos en la búsqueda de mensajes o revelaciones? En el Evangelio tenemos todo. San Francisco de Asís dijo: “el Evangelio no necesita ser justificado”.

Comportémonos según la vocación a la que hemos sido llamados, dice San Pablo, en la carta a los Efesios en el capítulo 4 que nos a aconsejado la Virgen a FMAC (Familia Misionera en Alianza de la Cruz), para que lo tomemos muy en cuenta. No nos comportemos más como hijos de las tinieblas. A nuestro enemigo es al que no le interesa que caminemos bajo la luz de Dios. El Señor siendo inmenso, es un Dios amoroso y lleno de misericordia que mendiga nuestro amor. San Francisco expresó con gran claridad esta grandeza de Dios: “¿Quién eres tú, dulcísimo Dios mío? Y ¿quién soy yo, gusano vilísimo e inútil siervo tuyo?" Esta actitud es la de aquellos que son tocados por la Gracia. El gran ejemplo es el de nuestra Madre: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38). Para poder responder como Ella necesitamos disciplina, sacrificio, responsabilidad, formación, fe, docilidad, negación de nuestra propia voluntad, etc. Así es como una comunidad puede crecer y progresar.

Se cuenta que a San Jerónimo en una Navidad se le apareció el Niño Dios y le pidió que le hiciera un regalo. El Santo le dijo que le daría su salud, su honor y fama, y Jesús le respondió: “¿quiero algo más?” San Jerónimo que había entregado todos sus bienes a los pobres y toda su vida a traducir las Sagradas Escrituras no sabía qué más podría darle, entonces Jesús le dijo: “Jerónimo dame tus pecados para perdonártelos”. El ciego Bartimeo supo reconocer su miseria. Al ser conscientes de nuestra propia debilidad y de que nada podemos sin Dios, es cuando somos fuertes como decía San Pablo: “Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte” (2 Co 12, 10).


Hno. Francisco María de la O




OASIS DE ADORACIÓN

Los invitamos al Oasis de Adoración todos los domingos de 10:00am a 1:00pm en Buenos Aires 2901, Colonia Providencia, Guadalajara, Jalisco.

25/10/18

Consagración y Esclavitud al Reinado del Sagrado Corazón de Jesús y al Triunfo del Inmaculado Corazón de María en FMAC 07-10-18





¿Qué es la Consagración y Esclavitud al Reinado del Sagrado Corazón de Jesús y al Triunfo del Inmaculado Corazón de María en FMAC

La Consagración y Esclavitud por la Instauración al Reinado del Sagrado Corazón de Jesús y al Triunfo del Inmaculado Corazón de María que se realiza en “Familia Misionera en Alianza de la Cruz” (FMAC) es uno de los requisitos (proceso de compromiso con nuestra comunidad), que consiste en una preparación de 33 días de oración y meditación con un manual propio de FMAC basado en el los 33 días con mensajes de la Virgen en Medugorje y según el documento del: “TRATADO DE LA VERDADERA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN” de San Luis María Griñón de Montfort, adaptado a nuestro

+CARISMA: “Un mandamiento de les doy ámense los unos a los otros como yo lo he amado” (Jn. 15,12) y a nuestra:
+ ESPIRITUALIDAD: “El que quiera ir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome
su cruz, y sígame” (Mt.16,24),
Para que así vayamos viviendo cada uno en nuestro día a día y nos vayamos identificando al estilo de vida que la Santísima Virgen va queriendo para esta Fraternidad de Amor.

En el acto de la Consagración y Esclavitud uno va preparando su corazón para que nuestra Santísima Madre infunda en nosotros los mismos sentimientos de su Hijo nuestro Señor, y así podamos vivir nuevamente como en las primeras comunidades cristianas en las que: “Tenían todo en común” (Hechos, 4, 32) y se amaban plenamente en el Corazón de Cristo Jesús, que claramente hace referencia a nuestro carisma ya citado arriba.

Para poder realizar esta Consagración y Esclavitud tienes que participar por lo menos un periodo de 3 meses constantes en los Oasis de Adoración, para así conocer bien nuestra Comunidad y lo que nuestra Madre va deseando para que formen parte de nosotros, y ser orientados según nuestro Carisma y Espiritualidad, por uno de los miembros de FMAC.

Hno. Francisco María de la O








21/10/18

Enseñanza del Oasis de Adoración 21-10-18




«La copa que yo voy a beber, sí la beberéis y también seréis bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado; pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado.» (Mc 10, 39-40).

Señor Jesús, para nosotros Tu PALABRA es la LEY del AMOR que queremos seguir bajo el discernimiento de nuestra Madre la Iglesia; toma nuestros labios para proclamarte y así unidos contigo derrames en nosotros tu propio pensamiento de manera que todos tengamos el corazón abierto para acoger el mensaje que nos quieres transmitir.

En Santiago y Juan estamos todos representados. La osadía de estos hermanos es semejante a lo que nos sucede cuando con un poquito de vuelo que recibimos del Espíritu Santo, por ejemplo, al regalarnos alguna gracia o don, este hecho nos hace pensar que somos capaces de realizar grandes cosas, perdemos el suelo y mirándonos a nosotros mismos nos mostramos egoístas.

Jesús quiso que entraran en razón: ciertamente que pasarían la prueba por el bautismo que recibirían, pero eso de sentarse a su derecha o a su izquierda es para quién Dios lo tiene reservado. Nos debe bastar el ser salvados por Jesús y que Él haga lo que quiera con nosotros.

También los otros diez discípulos reclaman y se indignan, porque en el fondo perseguían lo mismo, igual que nosotros, por eso Jesús los reunió para decirles lo que esperaba de ellos. Jesús no quería esto para sus discípulos ni para nosotros y así lo demostró con su vida. Se retiraba después de sanar a un enfermo, huía de la gente al hacer un milagro. Los milagros los hacía para que creyeran que Él era el Mesías. En cambio nosotros cuando hacemos algo, queremos que nos sienten a la derecha o a la izquierda, es decir, buscamos los primeros lugares, ser reconocidos y aplaudidos.

Jesús vino a este mundo para salvarnos. ¿Qué era lo que ardía en su corazón? El hacer la voluntad de su Padre: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra” (Jn 4, 34). Lo único que debemos de perseguir y realizar es el AMOR entre nosotros, ¿porqué entonces andar detrás de trabajos espectaculares por Dios? Andamos mal enfocados y como seres humanos queremos que nos reconozcan. Como los apóstoles, pasaremos por la prueba y seremos bautizados, es decir, tendremos persecuciones.

Dios no quiso enviar a nadie desde el cielo sino que Él mismo vino para salvarnos y entregar su vida ¿alcanzamos a dimensionar esta forma de AMOR? Estamos en deuda con Jesús, deberíamos entregarle nuestra vida solamente en agradecimiento a todo lo que El ha hecho en favor nuestro por amor.

Todos estamos necesitados de la misericordia de Dios, no seamos jueces de los demás ni tampoco de nosotros mismos, para que no nos castiguemos ¿por qué seguir anclados en las depresiones? No es la cruz de la promesa, ni la esclava de FMAC (Familia Misionera en Alianza de la Cruz) lo que nos hace ser suyos, sino el configurarnos con Jesús, en toda su vida y pasión, que nos conducirá a la gloria. Aquí en esta vida es solamente un instante, a semejanza de la manera en que Dios ve el tiempo:“Porque mil años a tus ojos son como el ayer, que ya pasó, como una vigilia de la noche” (Sal 90, 4). ¿De que nos sirve entonces asegurarnos aquí en la tierra?

Ni un grupo, comunidad, congregación o movimiento de la Iglesia es más que otro. No veamos lo mal que está el mundo, porque nosotros mismos somos parte de él. ¿Qué debemos hacer entonces de forma personal ante el mal? Buscar el camino de la SANTIDAD, por medio de la conversión en la disciplina, dominio de uno mismo, oración continua durante todo el día y en momentos solamente con Dios; la responsabilidad, etc.

El demonio aprovecha la ocasión y en cuanto nos desenfocamos de Dios surgen en nosotros las fragilidades: soberbia, egoísmo, lujuria, etc. Si queremos que Dios cumpla sus promesas para con nosotros debemos dejar que nos haga de nuevo. Somos su imagen y semejanza (Cfr. Gn 1, 26).

Hermanos como la Virgen María que entregó a su Hijo y aceptó que fuera Crucificado por nuestra salvación, ¿seríamos capaces de decirle a Dios: “purifícame y sacrifícame por el bien de la humanidad? ¿Nos comportamos de acuerdo a la vocación a la que hemos sido llamados? (Cfr. Ef 4, 1). La vocación a la que todos hemos sido llamados, independientemente de nuestro estado de vida, si somos casados, consagrados, solteros, adultos o jóvenes, es la SANTIDAD.

En nosotros no hay nada bueno. Si Jesús siendo Dios para ponernos el ejemplo dijo a un maestro de la ley: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios” (Mc 10, 18), es para que aprendamos a caminar en la humildad. Pidámosle perdón por nuestras faltas y recordemos que Él hace nuevas todas las cosas (Cfr. Ap 21, 5).

“El alma que anda en amor, no cansa, ni se cansa, ni descansa”, -dijo San Juan de la Cruz-. De este amor tenemos los ejemplos de la Madre Teresa, San Juan Pablo II y el Padre Pío. La conversión del corazón es todo, pongamos nuestros dones al servicio de los demás, nos tomen o no en cuenta. Este caminar es un largo proceso. Por ejemplo, -en el caso de la congregación que fundó la Madre Teresa-, para ser misionera de la caridad se requieren 14 años.

A una de sus misioneras que estudiaba medicina y era muy inteligente, la Madre Teresa le permitió que terminara la carrera y después que recibiera un premio, pero todo sin perder el enfoque que es el de servir. Esta misionera recibió el premio y sin distraerse por ello continúo con su labor, porque esta era su vocación y así, gracias a su obediencia, la gracia pudo fluir en ella.

Estamos a un paso de ser perseguidos por defender la vida (desde su concepción hasta la muerte natural), el matrimonio entre un hombre y una mujer y la familia. Si no estamos dispuestos a esto, ahí está la puerta, es decir, nada tenemos que hacer en FMAC. Lo que desea Jesús de cada uno es que cambiemos nuestra vida, que su luz brille a través nuestro. Por ejemplo, en la película de “Dos Coronas” de la vida de San Maximiliano Kolbe se ve muy claro lo que es la renuncia, el sacrificio, y la entrega, etc. Lo que menos necesitamos es que la gente nos vea cuando hacemos el bien. Amemos siempre, a pesar de que a veces tengamos dificultades con las personas. El AMOR es nuestra vocación, nuestro mayor TALENTO. Dios es AMOR y en la Eucaristía se convierte en un pedacito de pan y mendiga nuestro amor.

Nadie debemos de sentir que por estar en FMAC ya la hicimos. Nuestra misma fragilidad nos hace tomar esta actitud, sin embargo, no nos olvidemos que contamos con la Gracia. De nada sirve que en FMAC nuestra carta de presentación sean nuestras “habilidades”, porque lo que se necesita es la obediencia, fidelidad, pureza, humildad y docilidad. Es tiempo de dejar a un lado toda clase de mediocridad, no tengamos miedo y con el bien venzamos el mal (Rm 12, 21).

Hno. Francisco María de la O







OASIS DE ADORACIÓN 
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14/10/18

Enseñanza del Oasis de Adoración 14-10-18



“Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme»” (Mc 10, 21).

El Hermano en el momento de iniciar la Enseñanza de la Palabra de Dios nos comunicó un mensaje de Jesús:

"Ustedes se dan cuenta de como «Yo hago nuevas todas las cosas» (Cfr. Ap 21, 5).
Quiero formar con ustedes almas escogidas una Nación Santa de FMAC.
Carísimas almas, en mi Palabra les expreso lo que deseo de ustedes. Quiero la conversión y santificación. Vengo preparando con mi Madre un Ejército".


Yo vengo a ustedes en los sacramentos en mi Iglesia. Pídanme perdón por sus faltas. Los necesito hoy más que nunca. En la alabanza transformo sus vidas. Quiero en ustedes estabilidad, formación, disciplina y orden. No dejen de mirarme y caminarán seguros, pues al dejarme de mirar entran en ustedes mismos y así se confunden. En mi Palabra les enseño cómo caminar en el mundo sin ser del mundo. ¡Alégrense y déjense formar en mis sentimientos, pensamientos y en mi persona”.

La Palabra de Dios es la mayor Luz y claridad que podemos tener, en ella no hay ningún error bajo el discernimiento del Magisterio de la Iglesia y su Doctrina. Jesús hace nuevas todas las cosas (Cfr. Ap. 21, 5). Él no quiere que nos dejemos llevar por lo que siente el corazón y piensa nuestra razón, sino por el contrario, que al corazón suponga la razón y a la razón suponga la FE. Cuando actuamos conforme a la FE, ya no habrá equivocaciones.

La Iglesia hoy está muy fragmentada porque muchos cristianos hemos actuado según nuestro propio parecer y no el de Dios. Este mundo nos tiene atados por tanto confort, facilidad, comodidad, y bienestar mal entendidos, nadie queremos sufrir con sentido espiritual cuando la vida nos presenta pruebas, sin embargo, Jesús sigue sufriendo en el Calvario y hasta la misma naturaleza y el universo esperan su redención y gimen con dolores de parto (Cfr. Rm 8,22).

Jesús es exigente y desea que lo obedezcamos desde su Iglesia. No nos dejemos llevar por las riquezas ni los apegos terrenales. Nuestra Madre la Virgen María nos ha dado una Espiritualidad y Carisma para caminar. Nuestra ESPIRITUALIDAD es: “Si quieres venir detrás de mí: niégate a ti mismo, toma tu cruz y sígueme (Mc, 8, 34), y así llegar al CARISMA en plenitud: “Ámense como yo los he amado” (Jn 13, 34).

Hoy nadie queremos negarnos ni sacrificarnos, sin embargo, para crecer espiritualmente se necesita disciplina, cada día tengamos con Jesús un “Oasis de Adoración” en dónde nos encontremos con Él, no solamente los domingos.

Jesús no quiere que nos enfaticemos en hacer muchas cosas para Él, no desea que este sea nuestro objetivo. Lo único que tenemos que hacer es SER CANALES por dónde pase Su GRACIA. Solamente mediante la disciplina, responsabilidad y compromiso es posible.

¿Qué se requiere hermanos? Nos podemos alegrar por tener una esclava (de consagración al Reinado del Sagrado Corazón de Jesús y al Triunfo del Inmaculado Corazón de María), o la Cruz de compromiso en FMAC (Familia Misionera en Alianza de la Cruz), las oraciones propias, etc. Sin embargo, lo que se requiere es vivir lo que representa la esclava y la Cruz, es decir, ser COHERENTES, comportarnos de acuerdo al Evangelio.

Es muy importante darnos cuenta de que como FMAC no tenemos el único criterio de verdad, nuestra Santa Madre la Iglesia es la que lo tiene. No debemos alardear por estar en FMAC, porque cuando terminemos de hacer todo lo que Dios nos ha pedido, lo único que podremos decir es: “ Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer” ( Lc 17, 10).

Se requiere sacrificio, ayuno, oración, pureza de espíritu: en el pensamiento, las palabras y acciones. No se trata de que nos pongamos a ver cómo está el mundo, sino cómo estamos nosotros en la pureza de nuestras intenciones. Volvamos a la mortificación, penitencia, ayuno, y así en la oración supliquemos al Espíritu Santo los dones de sabiduría, entendimiento y ciencia para actuar de acuerdo a la voluntad de Dios con humildad, docilidad y sencillez.

El Reinado del Sagrado Corazón de Jesús y el Triunfo del Inmaculado Corazón de María tenemos la certeza que llegará, más según nuestra docilidad, como nos dice nuestra Madre, la Virgen María, seguirá haciendo presente entre nosotros ya desde ahora. También vendrá la persecución. No se trata de la “persecución” por ser “fanático”(es decir, una persona que entiende mal el sentido de ser católico coherente), porque ahí tendríamos que analizarnos y cambiar si el fanatismo es sensacionalista, emocional o fatalista. Se trata de la persecución real por morir a uno mismo (Cfr. Mc 8, 34), por ser capaz de decir: “Sagrado Corazón de Jesús en Ti confío”, aunque mi vida se encuentre hundida en el dolor o vaya de por medio la misma vida, tal como lo hizo Jesús.

La mejor forma de ser Evangelio vivo y esto es amar al modo de Jesús (Cfr. Jn 13, 1-15) es convertirnos nosotros primero, no andar viendo el mal en los demás. No nos sintamos mejor formados por estar en FMAC, porque el Espíritu Santo sopla en donde Él quiere dentro de la Iglesia (Cfr. Jn 3, 8). Jesús desea que seamos almas comprometidas, dejémonos enamorar por Él y bajo el Manto de María escuchemos su voz que nos dice: «Haced lo que él os diga.» (Jn 3, 5).

Hno. Francisco María de la O


OASIS DE ADORACIÓN
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30/9/18

Enseñanza del Oasis de Adoración 30-09-18






“Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa” (Mc 9, 41).

Señor en este momento en que vamos a escuchar el Evangelio, que no seamos nosotros los que escuchemos, sino Tú en nosotros. Damos gracias a Dios por esta comunidad. Estamos necesitados de la sabiduría de Dios y la purificación del corazón. Dios nos ha elegido para esta misión que, a pesar de no ser dignos, a nuestra Madre así le ha parecido bien, para que por nuestro medio la Gracia fluya hacia la humanidad.

En el Evangelio de hoy, Juan escuchó que otro grupo hablaba en Nombre de Jesús y quiso impedírselo, pero Jesús le dijo que no se lo prohibiera. ¿Qué nos quiere decir hoy el Señor? (Su Palabra es una referencia personal para nosotros en el tiempo en que vivimos). Que tengamos cuidado de no creer que por ser “elegidos” para esta obra la verdad está en nosotros. San Pablo dice: "Nada hagáis por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismo" (Flp 2, 3). En nuestro trabajo por Dios, todos los que de una u otra manera nos ayudan no se quedarán sin recompensa. Con cuánta mayor razón nosotros recibiremos una recompensa por anunciar el Evangelio.

Tengamos mucho cuidado de no ser ocasión de pecado para otros, porque más nos valdría que nos pusieran una piedra en el cuello y nos arrojaran al mar (Cfr. Mc 9, 42). No debemos de estar viendo los escándalos de la Iglesia, más bien fijarnos en nuestros propios errores y trabajar por nuestra conversión.


Ayer les envíe un mensaje del Papa Francisco, en el que nos pide que recemos el rosario todo el mes de octubre y hagamos sacrificios. No basta el ayuno de los miércoles y viernes, no bastan los Viernes de Misericordia ni tampoco trabajar en el Hogar de María llena de Gracia. Al principio del Oasis les hablaba de la importancia del discernimiento y la sabiduría de Dios para cada uno de nosotros que nos ha puesto a trabajar en esta obra. Nos eligió para su Reinado y el Triunfo de nuestra Madre.

Si les dijera lo que la Virgen va a hacer de maravillas, nos dejaríamos llevar solamente por esto, y no caminaríamos en la fe, sino viéndonos a nosotros mismos. Esta comunidad va a ser muy purificada. Algunos me han dicho que ya se cansaron y han querido dejarlo todo, sin embargo, luego regresan a los tres meses y reconocen que estaban equivocados. Todo lo que estamos viviendo es una bendición. Tengamos mucho cuidado de no perder el enfoque.

Los que nos encontramos aquí ¿estamos convencidos de dar la vida por el Maestro? Hay muchos que se preocupan porque venga más gente; las personas vendrán, en la medida de nuestro propio convencimiento que se manifestará en la conversión del corazón y nuestro amor comunicado.

He podido ver las pruebas del enemigo con algunos que se dejan llevar por la inmadurez. Necesitamos crecer, tener disciplina y a esto con convicción y fuerza dedicarnos. Muchas veces vivimos como si Jesús no fuera nuestra prioridad. Debemos de morir a nuestro ego, no andar deseando tener cargos, estatus, etc., por creer que te lo mereces debido al tiempo que tienes en FMAC. Estas actitudes hacen pesado el ambiente. Que diferencia cuando lo que buscamos es el amor entre nosotros que crea unidad.

Jesús quiere que lo veamos en aquellos que no nos son agradables, así lo expresa el poema de “MI CRISTO ROTO” (A mi Cristo Roto de Ramón Cué Romano, SJ).

Podemos ser peores que un abortista cuando nos dejamos llevar por la soberbia, cuando juzgamos y criticamos a la Iglesia por las faltas y escándalos de los cristianos en vez de mirar nuestros pecados. Somos responsables del aborto por nuestra falta de coherencia y conversión. Cambiemos nuestra vida, busquemos la conversión sincera del corazón. Vamos a sufrir. Es una certeza que tendremos que pasar por la Cruz de Cristo. Luchemos por ser como las vírgenes prudentes (Cfr.Mt 25, 1-13), para esto necesitamos mantenernos en una formación sólida y firme.

No subestimemos la misericordia de Jesús y de nuestra Madre. Tenemos que trabajar arduamente. Convirtamos nuestra vida amando y unamos nuestra conversión con el sacrificio. Actualmente, -como decía el Papa en su comunicado-, el demonio es un acusador y está sacando los pecados de la iglesia para que muchos cristianos se desanimen y se vayan, mas sin embargo, la purificación que está haciendo el Espíritu Santo es buena pues saca a la Luz la Verdad y esta nos libera; si nos viniera una crisis de cualquier forma, hay que detectarlo inmediatamente para combatirlo con la ayuda de Dios.

Si escucháramos los gemidos del Corazón de Jesús por los pecados de la humanidad y los propios en particular, nos quedaríamos sin palabras… Esta comunidad es para que glorifiquemos a Dios. Ahora el demonio se ha soltado, no se trata de ver el mal en todas partes, pero sí que nos demos cuenta de que estamos en tiempos muy difíciles, sin embargo, no debemos de olvidar que Jesús está con nosotros (Cfr. Mt 28, 20).

Hno. Francisco María de la O


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